El águila real macho comienza a construir varios nidos, principalmente con hierba y ramas, en febrero. La hembra será la que seleccionará posteriormente el nido para realizar la puesta en el mes de marzo. El macho, previamente, realiza paradas nupciales, en las cuales, su ritual es realizar bajadas y subidas, mostrando su potencial y poderío por toda la zona.
La hembra deposita primero un huevo, el cual presenta manchas de color ocre. Unos dos o tres días después lleva a cabo la puesta de otro huevo. Generalmente solo ponen uno, pero pueden realizar puestas de hasta tres huevos, lo cual disminuye la probabilidad de que los polluelos sobrevivan.
La madre se encarga de incubar los huevos durante 43-45 días, moviéndolos con frecuencia para realizar un reparto del calor equitativo. Mientras que por su parte, el padre se encarga de cazar y de marcar territorio surcando por el cielo. Existen algunas excepciones poco comunes en las que la hembra abandona el nido, y es el macho el que la sustituye durante su salida.
Al eclosionar los huevos, los pollos están provistos de un plumón blanco, que junto al calor aportado por la madre, los ayuda para aguantar las bajas temperaturas de lo alto de las montañas. La hembra no se separa de los pollos hasta que pasa poco menos de un mes, es ella quien alimenta a la cría cebándola con pequeños trozos de un pedazo más grande aportado por el macho. Las veces en las que la madre ceba al pollo, se van reduciendo conforme va creciendo el individuo.
En total, aunque con más libertad, el pollo permanece en el nido unos tres meses, en los cuales su alimento principal suele ser otra ave y es aportado por ambos progenitores, ya que, por lógica, sus ganas de comer aumentan conforme este crece.
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